Barrio Santa Emilia, Marcala, La Paz.

1 Historia del Café en Honduras

Orígenes del Café

En Honduras, la minería fue una de las actividades económicas de exportación más dinámicas durante el período colonial (1524-1821), pero su comercialización fue viciada por el comercio ilícito o contrabando. Después de la Independencia (1821) esta actividad decayó, aunque la actividad extractiva continuó en algunas localidades. El añil también tenía gran demanda en los mercados europeos ya que era utilizado como colorante. Para producirlo se cultivaba el «jiquilite»; El Salvador y Nicaragua, y en menor escala Honduras, fueron los cultivadores de esta planta en Centroamérica. Sin embargo, cuando aparecieron los colorantes artificiales en Inglaterra, decayó la demanda del añil. Alrededor de 1860 la producción industrial europea experimentó crecimiento y con este se incrementó la demanda de productos de consumo procedentes de los países tropicales, entre otros, el café. Como resultado, Costa Rica, Guatemala, El Salvador y otros países latinoamericanos se integraron más a la economía mundial. En el caso de Honduras, los orígenes y la fecha exacta de introducción del café son aún desconocidos. Las primeras noticias sobre su cultivo aparecieron en el informe elaborado por el Gobernador Intendente de la Provincia de Honduras, Ramón de Anguiano, en 1801.

 

Café en Honduras

En Honduras ya se cultivaba el café en 1835, antes incluso que lo hicieran en El Salvador y Nicaragua, países que posteriormente se vincularon con éxito al cultivo y exportación de dicho grano. No obstante, seguimos sin saber de dónde fueron importadas las primeras plantas de café y en qué lugar del país fueron sembradas por primera vez. Según el ingeniero Pompilio Ortega, director del primer Boletín del Comité Nacional del Café, Una fuente de información es lo que nos cuenta la tradición. Parece que los primeros granos de café vinieron a Honduras traídos de Costa Rica por buhoneros de nacionalidad palestina; fueron sembrados en Manto, un pueblecito de Olancho, que en otro tiempo fue cabecera departamental.

 

Breves consideraciones geográficas en Honduras

La topografía del territorio hondureño es compleja y desfavorable, lo que en cierta medida imposibilitó el establecimiento de una economía pujante, contrario a lo que experimentaron Guatemala o El Salvador. Alrededor del 80% del territorio nacional está clasificado como montañoso. Los valles fueron elegidos como sitios de asentamiento poblacional, por reunir las mejores condiciones de salubridad. Honduras, además, se caracteriza por tener pronunciados desfiladeros, valles alternados con ríos, montañas y abismos. El relieve topográfico demostró ser un obstáculo para el desarrollo económico, a lo que se sumaba la baja densidad poblacional. Apenas se contaba con pequeños mercados en las regiones con mayor actividad económica, pero los elevados costos del transporte y la escasez de carreteras ahogaron diversos intentos de desarrollo económico, que quedaron postergados para un futuro imprevisto.

Por otra parte, Honduras ha tenido escasa unidad política. Sus zonas fronterizas, por ejemplo, han estado desde el periodo colonial más abiertas a los países vecinos que al interior del país. Como ya se dijo, el relieve accidentado de su territorio explica en parte ese hecho. Ejemplos de esta afirmación son las ciudades de Gracias, en el costado occidental; y Marcala, que ya en 1866 transportaba su trigo a la ciudad salvadoreña de San Miguel.

A pesar de los obstáculos señalados, las dificultades del relieve topográfico y la condición montañosa contribuyeron provechosamente al cultivo del café desde el siglo XIX; lentamente se fue posicionando, precisamente en esos lugares «difíciles» de la topografía, cuyos climas y alturas desempeñaron un papel importante en la obtención de un café de calidad. Así, pues, el paisaje natural de algunas zonas de Honduras cambió completamente.

Café como bebida en Honduras

Taza de cafe

Los primeros usos del café en Centroamérica tuvieron un carácter medicinal. En Honduras esta práctica se combinó, en las tres primeras décadas del siglo XIX, con su uso como bebida saboreada, que bien pudo haber acompañado cualquier comida del día. Las primeras importaciones de café en 1833, para degustarlo como bebida, al menos las conocidas por el momento, procedían de Belice. La cantidad importada fue de ocho sacos que venían consignados a Cabal y Follin, cuya casa comercial seguía importando este producto en 1833.

De igual forma, la tienda de Marín Felipe Bernandino importó, en 1838, una buena cantidad de café, pagando dos pesos por cada arroba. La entrada de este producto se registraba en los puertos de Omoa, Trujillo y Amapala, procedente, en la mayoría de casos, de La Habana. Los importadores eran casas comerciales que en su totalidad pertenecían a extranjeros. Pero no solo importaban café, sino que acarreaban las lozas necesarias para beberlo.

Hasta el momento se desconoce si en aquella época había lugares públicos en Honduras para beber café, como sí los había en Guatemala a fines de la década de 1850. Sin embargo, los registros aduaneros de 1860 consignan la continua importación de cafeteras por docenas.