Barrio Santa Emilia, Marcala, La Paz.

2 Historia del Café en Marcala

Marcala La Paz
marcala la paz Honduras

Ubicación Geográfica del Municipio de Marcala

El municipio de Marcala, fundado en 1834, pertenece al departamento de La Paz y está ubicado en la región centro-occidental de Honduras, en un área que incluye los departamentos de Comayagua, La Paz e Intibucá. Su relieve topográfico es eminentemente montañoso. La historia moderna y el despegue económico de este municipio comenzaron con una taza de café. Hablar de Marcala es hablar de café de calidad, de café de altura y de una profunda tradición ligada a este cultivo. Esta tradición se forjó en más de un siglo de estrecha relación con esta planta y su fruto prodigioso. Los marcalinos podemos afirmar que llevamos el café en la sangre. Cuando recordamos nuestros años de infancia, lo primero que viene a nuestra memoria es la imagen y el aroma de una humeante taza de café; con nostalgia evocamos nuestras primeras visitas a las fincas de café en los fríos días de diciembre y nuestras aventuras allí. Después, en el transcurso del año, añoramos «la temporada», como se le llama en Marcala al periodo de recolección y procesamiento del grano del café, que transcurre en noviembre, diciembre, enero, febrero y marzo. La época de corte de café se caracteriza por el movimiento de la gente y la presencia de vendedores que, con sus productos y baratijas, llenan nuestras plazas y mercados, asemejándolas a un mercado persa. Las celebraciones y tertulias a lo largo de nuestra vida han estado, están y seguirán estando acompañadas por una taza del mejor café del mundo: ¡el café de Marcala!

El café, sin duda, es parte esencial de la cultura de los habitantes de Marcala, por lo que es importante conocer los acontecimientos históricos que nos han llevado a esta privilegiada circunstancia. ¿Cómo se transformó Marcala en municipio cafetalero? ¿Por qué sus habitantes se volcaron con decisión al cultivo de este grano? ¿Desde cuándo se aprovechó su estratégica ubicación geográfica y su clima, hasta encontrar la calidad deseada en sus productos? ¿Cómo llegamos, después de más de un siglo de tradición, a producir un café con estándares únicos a escala mundial? Este estudio intenta contestar esas interrogantes; por ello, para indagar la situación histórica de la región occidental de Honduras y descubrir los pasos que nuestros antepasados dieron para construir la economía cafetalera que hoy tenemos, nos trasladaremos al siglo XIX.

Marcala en el siglo XIX

En el siglo XIX, la porción territorial constituida por Marcala y los municipios aledaños formaban parte del departamento de Comayagua. Sin embargo, en 1869 se creó el departamento de La Paz, y Marcala y otros municipios de la misma área pasaron a formar parte de este. En la época colonial (1524-1821), Marcala no figuró como centro económico o político importante, pero a medida que se consolidaba la sociedad republicana establecida después de la Independencia (1821), fue adquiriendo preponderancia como poblado en constante expansión, acogiendo a familias ladinas que contribuyeron al mestizaje biológico y cultural y a la introducción de nuevos cultivos, a la modernización de las técnicas agrícolas, la búsqueda de excedentes económicos y la generación de ingresos para sus familias y el municipio.

Las características de nuestra región fueron marcadas por el aislamiento respecto de otros asentamientos poblacionales del país, en vista de los obstáculos que representaban sus altas montañas; lo irregular de estas hacía casi imposible construir vías de comunicación y la migración de grupos grandes de población hacia otras regiones. Estos factores contribuyeron a un marcado estancamiento económico de la zona. Según nuestra hipótesis, la situación de aislamiento y baja productividad económica en la que se encontraba Marcala fue superada en la primera mitad del siglo XIX, debido a la vecindad con la República de El Salvador, que aventajaba económicamente a Honduras por múltiples factores; entre otros, sus famosas ferias comerciales que destacaban ya en la época colonial, particularmente la de San Miguel53 , ciudad relativamente cercana a Marcala, sin olvidar que próximo a esta se encuentra el puerto de La Unión. En este puerto atracaban buques provenientes de Europa y Estados Unidos, cargados de mercancías que después traían comerciantes a nuestro país; estos, a la vez, adquirían los excedentes de productos agrícolas de la región para revenderlos fuera de esta.

Este intercambio comercial permitió que en el periodo 1838-1877 la economía de la zona mejorara su crecimiento y que, en cierta medida, se diversificara, lo que también incidió en el dinamismo posterior del cultivo del café, como veremos a continuación.

Finca de café Marcala

El cultivo del café como patrimonio de Marcala

En 1898, El congreso Nacional emitió un decreto ordenando a todos los municipios que informaran al gobierno qué cultivos eran los propios del lugar y con posibilidades de fomentarse con miras a su exportación, para ser declarados como patrimonio. Con estos se articularían las fuerzas de cada localidad y se unirían a la producción de tales cultivos, haciéndole saber al gobierno cuáles insumos necesitarían para acrecentar el producto, en especial si se trataba de maquinaria, instrucciones impresas o exención de ciudadanos del servicio militar.

Una vez recibida esta orden en Marcala, la Alcaldía Municipal, Presidida por Encarnación Vásquez, respondió señalando el café como producto obtenido en escala apropiada y cuyo cultivo debía convertirse en patrimonio del municipio. La municipalidad de Marcala se adscribió, finalizando en el siglo XIX, al proceso de reformas agrícolas dirigidas por los gobiernos liberales argumentando al menos veinte años de producción sostenida y considerable del café, manifestando como indispensable la necesidad de tecnificar dicho rubro.

Marcala acató la orden del Poder Legislativo y optó por lograr el reconocimiento oficial de las autoridades respecto de que su territorio era eminentemente cafetalero y con posibilidad de obtener beneficios y ayudas en su condición de zona productiva, en el marco de las políticas de incentivo a la agricultura.

Las peticiones municipales eran tan grandes como las expectativas sobre el cultivo del café: maquinaria moderna, instrucciones impresas para la siembra del café y la caña, exclusión del servicio militar para los propietarios que tuvieran o pusieran en cosecha un mínimo de cinco mil cafetos, el cobro local del impuesto agrícola y eximirse de aportar para sostener el Colegio de La Paz.

EL carácter imperioso con el que se llama al cultivo del café a los pobladores evidencia que su producción era de gran interés para los hombres prominentes del lugar. Es más, desde mucho antes, en 1884, la alcaldía municipal ya estaba interesada en impulsar aceleradamente la producción cafetalera, pues consideraba al café como uno de los elementos que le son peculiares y que marcan su provenir y que ya es preciso desarrollar con el objetivo de procurar la remoción de algunos obstáculos que hay en la agricultura naciente de este pueblo; esto demostraba, además, que ya en aquel año los dueños de fincas ejercían influencia sobre autoridades locales, que parecían demasiado pendientes de sus necesidades, o podemos especular que estas autoridades estaban de alguna manera ligadas al cultivo del aromático.

La identificación del café como patrimonio de Marcala hizo que este sumara a los valores y recursos propios del lugar, que prometía beneficios económicos a toda la nación. Sin embargo, esta premisa no era del todo cierta, puesto que, con tantas exenciones y prerrogativas otorgadas, el Estado invertiría más de lo que percibía. Lo que sí se estaba logrando era generar cierto grado de acumulación de capital y una pequeña oligarquía local a partir del café. De este modo los últimos años del siglo XIX implicaron para Marcala la identificación de su territorio como perteneciente a una región esencialmente cafetalera, con base sólida de calidad y tradición, lo que determinó el auge que alcanzaría la caficultura en el siglo XX.

La Caficultura en Marcala en el siglo XX

En el siglo XX la caficultura siguió expandiéndose en el área de Marcala, y se contaba con una cantidad considerable de plantaciones y un buen número de familias dedicadas a este rubro. En aquel momento ya se puede observar una estructura social claramente definida, resaltando en su cúspide las familias dedicadas al cultivo y comercialización del café.

En ese tiempo la finca cafetalera ya se había expandido, con buen suceso, a los municipios vecinos de Opatoro, Santa María, San José, Tutule y Santiago Puringla; y, en menor escala a Chinacla, Santa Elena, Cuyas poblaciones mejoraban su nivel de vida con los ingresos producidos por el café.; la mayoría eran pequeños productores que lograron, poco a poco, un nivel económico que n hubiese sido posible con los cultivos tradicionales de maíz y frijol. Ellos iniciaron una reforma en cuanto al uso y distribución de la tierra, dando paso a una gradual transformación de la economía campesina; de la escala de subsistencia a una economía comercial.

En la primera década del siglo XX se intensificó el cultivo cafetero; podemos afirmar que gran parte de lo que hoy son los barrios periféricos de Marcala, como La Victoría, San Juan, Omoa, San Rafael y otros, estaban plantados de café, al igual que las aldeas próximas de Musula, Santa Cruz, Santa Emilia, Florida, El Pastel y La Estanzuela. Desde luego, se desarrollaron gracias al crecimiento del rubro del café, el comercio y otras actividades derivadas de este.

La entrada en escena del capital alemán representó una competencia para los productores nativos; sin embargo, esto de ninguna manera manguó el ímpetu de los emprendedores locales. Por el contrario, se produjo un sincretismo cultural que facilitó el aprovechamiento de los conocimientos traídos por inmigrantes, siendo uno de los más importantes las relaciones con los nuevos mercados europeos abiertos por los alemanes.

Debido a estos factores, desde la primera década del siglo XX creció la reputación del café Marcala, hasta llegar a ser considerado como uno de los mejores del país, a tal grado que en los estudios realizados en los primeros años del pasado siglo por don Salvador Mendieta, se mencionaba a Marcala como una de las zonas donde se producía la mayor cantidad de café de mejor calidad.

El intercambio comercial con El Salvador se mantenía, y de allá se adquirían importantes aportes para la caficultura local; por ejemplo, el uso de árboles para sombra en las plantaciones y la aplicación de abonos para mejorar los suelos.

Por esos años se incorporó la siembra de otras plantas en las fincas de café, como bananos y naranjos, que se dieron bien en esta zona y ayudaron a desarrollar, en menor escala, un segundo cultivo. Posteriormente se desarrolló una pequeña industria de vinos con base en los cítricos plantados en las fincas cafetaleras y los jardines marcalinos, que aumentó el prestigio de Marcala tanto por su café, como por sus naranjas y vinos frutales.

En la segunda década del siglo XX la actividad cafetalera continuó con buen desempeño, como lo registra una memoria del Ministerio de Fomento en 1910, al mencionar el desarrollo de la caficultura en Marcala y asegurar que sus fincas producían mejores cosechas que las plantaciones de otros departamentos. Esta aseveración no carecía de sustento, pues, como ya hemos visto, desde finales del siglo XIX se aplicaban en Marcala técnicas modernas en los cafetales, aventajando así a otras regiones que no tenían las mismas prácticas.

Por otra parte, destaca el crecimiento de una red de comerciantes que compraban el aromático para revenderlo a las casas comerciales que lo exportaban; además, estos comerciantes adelantaban dinero por el producto y suscribían contratos legales para asegurar sus transacciones con los productores. La exportación del grano a los mercados internacionales la realizaban las primeras décadas del siglo XX los comerciantes alemanes, pero su monopolio se fue rompiendo gradualmente por la intervención de comerciantes locales.

Un elemento que determinó que el comercio local se impusiera gradualmente sobre el extranjero, fue la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Antes de esta, los puertos de Hamburgo y Le Havre, y en menor escala Amberes y Ámsterdam, habían dominado más de la mitad del comercio mundial del café. Los europeos estaban dispuestos a pagar más que Estados Unidos por el café de buena calidad, y Alemania era el principal importador.

Al iniciar la década de 1920, la caficultura gozaba de bonanza debido a la finalización de la Primera Guerra Mundial y al alza de los precios internacionales del café, además del reciente consumo entre los estadounidenses y su preferencia por los cafés Suaves de Colombia y Centroamérica.